La danza corre por mis venas, 

pero mi cuerpo no se podrá mover jamás. 

Lo único que siento son las cosquillas; 

que esta me brinda, pero sé que solo son las ganas que quedarán escondidas. 

 

Trato de que no me afecten estos pensamientos intrusos, 

porque sé que son parte de mi rechazo, 

pero son tan ilusos, 

que vuelvo a caer en estos estados de desuso. 

 

“No sirves, quédate postrada, 

en esa cama que te culpaba  

y en un diagnóstico que te miraba; 

que todas las mañanas te odiaba”. 

 

La mente es poderosa, 

pero no dejaré que me deje deseosa; 

por una herida en mis piernas dolorosas, 

que hace que piense de manera dudosa.  

 

Los papeles dicen que no podré bailar jamás, pero eso no me detendrá; 

ya que mi mente no me abstendrá; 

a mi pasión que demuestro cuando me levanto en la cama en símbolo de prenda  

que me engendra. 

 

Mis piernas son mi alma, 

que me llevan a estar en calma, 

con el tocar de una palma, 

en unas piernas que luchan con el vivir de un alma. 

​

por Estefania Cuevas